Años posteriores, se empezó a diseñar lo que podríamos entender ya como el
ascensor moderno. Esto hizo que pudiéramos empezar a ver cómo se realizaban los pequeños cambios gracias a la revolución industrial. Las fábricas empezaban a cambiar y era necesario un aumento de la productividad, las personas debían moverse mucho más rápido, además de mejorar la rapidez en el transporte de los objetos. Todo esto hizo que pudiéramos pasar del conocido
ascensor o elevador industrial al que comenzó a entenderse como el primer elevador o montacargas moderno. En él, las cuerdas pasaban a través de ruedas, que eran dirigidas por diversas correas, con el fin de hacer de contrapeso en las guías. Así conseguíamos que la fuerza descendiente que ejercían los dos pesos pudiera sostener la cuerda que se encontraba estirada contra la polea. Dicho proceso creaba la suficiente tracción o fricción adhesiva como para que la polea pudiera seguir tirando de la cuerda.
Ya por el año 1853, Elisha Otis, fabricante e inventor de Estados Unidos (EEUU), consiguió realizar la fabricación de un ascensor que estaba equipado con un dispositivo de control de seguridad, en aquella época era denominado como “seguro”. Esto podía hacer que en caso de la rotura de la cuerda pudiéramos frenar la caída de la cabina del ascensor. Gracias a este innovador avance en tecnología, hizo que se pudiera impulsar la construcción lo que conocemos hoy como ascensores modernos.